Aunque vivía soñando con París, vivía pendiente de esas calles…porque allí le conocí.
Llovía y un fuerte
viento fue testigo de lo que ahí sucedería cuando le propuse que se quedara conmigo…
pero no lo convencí.
Una cortina de
aguanieve oscureció las calles como una niebla…”Te quiero”, le
dije, mientras imaginaba una vida en común. Un beso suyo hizo salir el sol por un momento y después un viento helado y feroz barrió las calles de la ciudad.
Quise besarle de nuevo pero ya había desaparecido…todo pasó en un segundo, quizás
ni siquiera pasó y solo fue un sueño, pero nada podrá hacerme olvidar, aquella
tarde protegidos por los arcos del recién reinaugurado viaducto, bajo el
silencio de la niebla, en la ciudad que
nunca duerme…
La vida del viaducto de la calle Bailén en 10 imágenes. Link