30/1/25

Jueves de relato: El gran premio

 

En aquel callejón de un barrio pobre, un indigente llamado Pedro vivía de la caridad de las personas que acudían a los bares y moteles de la zona. Don Pedro, que así le llamaban, había tenido una vida activa y saludable, sin embargo, a sus 55 años parecía mucho mayor debido a la insuficiencia renal que le impedía trabajar y el dinero ahorrado, así como el amor de su vida, se esfumaron luego de costosos tratamientos médicos.

Su riñón derecho había dejado de funcionar y el izquierdo estaba a punto de colapsar por lo que los médicos lo colocaron en una lista de espera y gracias a la asistencia gratuita podía optar por diálisis dos veces por semana.

Un día, mientras extendía su mano para pedir limosna, una persona de raro aspecto le dio un billete de lotería que guardó en su bolsillo. Esa tarde en su sesión de diálisis, escuchó por la radio que el número ganador era el de su billete. Don Pedro no podía creer en su enorme suerte y Euclides, el enfermero que se encontraba atendiéndole, al darse cuenta que el paciente se había sacado el premio mayor invirtió las sondas que limpiaban su sangre y Don Pedro, entre la intoxicación y la anemia que padecía por su mala alimentación, se desvaneció de inmediato activando los aparatos que alertaron al personal de guardia.

Euclides cogió el billete y salió corriendo a cobrar el dinero, puesto que una de las condiciones del sorteo era que debía ser cobrado el mismo día, con tan mala suerte que al cruzar la esquina un camión sin frenos lo mató de ipso facto, volando el billete por los aires.

Don Pedro despertó sintiendo un dolor punzante en su cintura, notando que había sido operado. Euclides era un donante universal y el hospital al ver el estado de Don Pedro no dudo en utilizar sus riñones para salvarlo

Después de eso, Don Pedro volvió a trabajar y sus días cambiaron gracias a ese billete de lotería que nunca cobró pero que le trajo un premio mucho mayor…una nueva esperanza de vida.                                            

Más relatos como este sobre la suerte de ganarse el Gran premio, lo pueden encontrar en el blog de MARCOS                                         


26/1/25

Mañana...

Hubo un tiempo en que la palabra "mañana" estaba vacía y sin vida, como viento muerto que sobreviene al naufragio de dos mares…pero cuando tú dijiste "Nosotros, mañana. . . ", todo se llenó de vida y color. Me llegaron promesas llenas de emociones y esperanzas, representadas por imágenes vibrantes. Las esperanzas eran como trenes rápidos o enormes ballenas de mares lejanos, trayendo la ilusión de un amor eterno. La palabra "mañana" se volvió intensa y significativa, llena de posibilidades y promesas. Y vinieron muchos mañanas con amaneceres y atardeceres, con vientos huracanados y tardes de calma…pasamos de un mañana de verano al idílico otoño con tardes en que solo bastaban nuestras voces para llenar nuestra casa…Me regalaste muchos mañanas, fui tan feliz muchas mañanas, pero hoy eres mi hombre de ayer, de hoy y de siempre…y si existe otra vida, se que estará en mi mañana... 

Jueves de relatos: Miedo a la oscuridad

Ali era un niño como tantos otros qué en la actualidad, pasaban tiempo compartido con sus padres. Esta situación lo había convertido en un niño poco sociable y miedoso, lo que lo recluía la mayor parte de tiempo en sus juegos de videos, en donde había desarrollado una sanguinaria habilidad con las armas para matar a sus enemigos, sin embargo, durante las noches, casi después de medianoche, despertaba gritando aterrorizado por las figuras de sus juegos que salían debajo de su cama buscando venganza, situación que al día siguiente no recordaba en absoluto.

Sus padres, no sabiendo como quitarle esas pesadillas acudieron a un psicólogo que pudiera entender el porqué de sus miedos. El doctor les indicó que el niño debía de tener otro tipo de juegos y buscar un mayor contacto con el mundo exterior debido a que el miedo por la noche, era algo innato en las personas desde su evolución, donde aprendimos a confiar en el sentido de la vista mucho más que en cualquier otro, y nos volvimos vulnerables a la oscuridad creando monstruos a nuestro alrededor al igual que el hombre de las cavernas.

Tras algunas semanas de terapia, aún Ali no lograba vencer sus pesadillas y cada vez que el padre de turno llegaba a calmarlo, él gritaba que había personas bajo su cama que lo buscaban para matarlo, y por más que le enseñaban que debajo solo existía un gran desorden de juguetes y zapatos, no había manera de que se calmara sino haciéndole compañía en la cama

Un día, su padre se acostó muy cansado y al empezar a escuchar los gritos pensó que quizás, el niño dejaría de gritar por sí solo, y después de algunos pedidos de ayuda, se quedó la noche en silencio, por lo que el padre continuó durmiendo.

Al día siguiente cuando fue a despertarlo para ir al colegio, se quedó horrorizado al ver que todo el cuarto estaba destrozado y un rastro de manos ensangrentadas se dirigían desde las sábanas hacia la parte inferior de la cama...pero ahí ya no había nada…

 

 Más historias sobre el miedo a la oscuridad en Bitakora literaria