En
aquel callejón de un barrio pobre, un indigente llamado Pedro vivía de la
caridad de las personas que acudían a los bares y moteles de la zona. Don Pedro,
que así le llamaban, había tenido una vida activa y saludable, sin embargo, a
sus 55 años parecía mucho mayor debido a la insuficiencia renal que le impedía
trabajar y el dinero ahorrado, así como el amor de su vida, se esfumaron luego
de costosos tratamientos médicos.
Su
riñón derecho había dejado de funcionar y el izquierdo estaba a punto de
colapsar por lo que los médicos lo colocaron en una lista de espera y gracias a
la asistencia gratuita podía optar por diálisis dos veces por semana.
Un
día, mientras extendía su mano para pedir limosna, una persona de raro aspecto le
dio un billete de lotería que guardó en su bolsillo. Esa tarde en su sesión de diálisis,
escuchó por la radio que el número ganador era el de su billete. Don Pedro no
podía creer en su enorme suerte y Euclides, el enfermero que se encontraba atendiéndole,
al darse cuenta que el paciente se había sacado el premio mayor invirtió las
sondas que limpiaban su sangre y Don Pedro, entre la intoxicación y la anemia
que padecía por su mala alimentación, se desvaneció de inmediato activando los
aparatos que alertaron al personal de guardia.
Euclides
cogió el billete y salió corriendo a cobrar el dinero, puesto que una de las condiciones
del sorteo era que debía ser cobrado el mismo día, con tan mala suerte que al
cruzar la esquina un camión sin frenos lo mató de ipso facto, volando el
billete por los aires.
Don
Pedro despertó sintiendo un dolor punzante en su cintura, notando que había
sido operado. Euclides era un donante universal y el hospital al ver el estado
de Don Pedro no dudo en utilizar sus riñones para salvarlo
Después de eso, Don Pedro volvió a trabajar y sus días cambiaron gracias a ese billete de lotería que nunca cobró pero que le trajo un premio mucho mayor…una nueva esperanza de vida.
Más
relatos como este sobre la suerte de ganarse el Gran premio, lo pueden
encontrar en el blog de MARCOS
Sí.
ResponderEliminarEs una moreleja posible. Suerte y mala suerte, a veces uno no puede distinguir qué es cada cosa.
ResponderEliminarMuy bueno. Un abrazo
Una historia redonda. Alguien que lo merecía salió perdiendo y alguien que lo merecía salió ganando.
ResponderEliminarAbrazooo
Te aplaudo mio querida dama , porque has bordado el relato, magnífico . No sé me ocurre otra palabra. Gracias, por tu aporte, no solo ha sido bueno , sino ejemplar.
ResponderEliminarUn besazo .
Vaya suerte! No sólo la lotería sino el riñón, que es lo que verdaderamente le dio otra oportunidad. Estupendo relato Mirella. Un abrazo!
ResponderEliminarParece una especie de justicia divina.
ResponderEliminarInteresante. :)
Saludos.
Me gusta ese giro. El billete fue el detonante, no la solución. Muy original. Un abrazo
ResponderEliminarAsí le fue a Euclides por querer asesinar a un paciente, para apoderarse de algo que le pertenecía.
ResponderEliminarEn cambio, perdió su vida y dio algo muy propio, que le salvó la vida a Pedro. Quien volverá tener una vida plena.
Muy bien contado. Besos.
Don Pedro nunca cobró el décimo premiado, pero fue la propia vida la que desmadejó el ovillo para que las piezas del puzle encajaran todas. Un buen detalle que el tal Euclides estuviera apuntado como donante universal. Además, tuvo el detalle de avisar al personal de guardia.
ResponderEliminarMe queda la intriga de saber quién era la persona de raro aspecto que le dio el billete.
Muy buena aportación, Mirella, muchas gracias.
Excelente tu historia, me ha gustado mucho, un billete de lotería con un premio absolutamente diferente a cualquier otro, a este buen señor le devolvió la vida y la dignidad del trabajo, me encantó.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Realmente la suerte estuvo de su parte, no cobró el billete de lotería, pero pudo salvar su vida. Emotivo y esperanzador. Un abrazo
ResponderEliminarMuy bonito relato que explica las vueltas que la vida da, para dar a cada cual su merecido y el de este pobre señor fue una recompensa grande , como había sido su trayectoria: la había recompensado con más VIDA.
ResponderEliminarel carma Diva, el carma. Y es que la vida devuelve a cada uno lo que se merece Un abrazo
ResponderEliminarVaya bonito tu relato, mi preciosa Diva, que aunque no haya podido cobrar el billete, pero tuvo mejor fortuna, la de salvar su vida. La verdad es que me ha encantado.
ResponderEliminarNo pude leer los relatos del premio y hoy ya voy poniéndome al día, porque a voy aterrizando.
Un beso enorme, preciosa.
Por cierto, está confundido tu nombre en el blog de Marcos, tiene puesto Mirella, ahora se lo diré, no se si no os habíais dado cuenta.
ResponderEliminarMás besos.
No sabía que te llamabas Mirella, lo estoy viendo ahora. Yo siempre te llamo Diva jajaaj.
ResponderEliminarMás besos.