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El otro día me entrevisté con el diablo (como no te veía, no se me ocurrió mejor idea que pensar que el causante de mi desdicha era el diablo) y he aquí que el diablo se puso así como envarado y cogiéndome del hombro me dijo:
Gats, muchacho, como voy a ser yo el causante de que no veas a esa bruja entre las brujas?? No niego que te tengo envidia y que incluso me he disfrazado de mujer para intentar conquistarte a ti y a todos los elementos que abanderan la sonrisa de esa bruja deliciosa, pero al mirarla y al verte sonreír cada vez que la sentías, comprendí porqué los besos tienen un sabor extraño si no son la causa del cruce de vuestras dos bocas…comprendí que era repugnante hurtar la eternidad del sabor placentero de vuestros labios y supe al instante que me caerías bien, porque supiste admirar la irrepetible cualidad de esa bostezosa…Si no hubieras existido tú yo la hubiera llamado así, porque ella esconde en su presencia todo por lo que cualquier ser debe pelear. Así que después de haberte dicho esto Gats, muchacho, cada vez que veas que un trueno surca el cielo comprende que en mi reino estamos de fiesta porque tus besos llegan al infierno de la boca de esa brujesca deliciosa
De mas esta decirte que ahora el simpático diablo y yo nos echamos unas cervezas de vez en cuando a tu salud en una taberna que se llama El Rincón del Arte Nuevo…pero eso mi querida bruja es otra de las mil y una historias que tengo para contarte…
Vaya, que bello amor, que rico, se antoja
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