Hay momentos en la vida que nos encontramos tan mal interiormente que ningún espejo nos podría devolver una imagen que nos pareciera satisfactoria. Y lo que es peor aún, las personas que nos rodean pueden apreciar ese estado de ánimos reflejado en nuestras caras, porque siempre he creído que somos un espejo que reflejamos lo que sentimos, lo que vemos, lo que padecemos.
Somos lo que reflejamos y lo que los demás quieren ver en nosotros, somos lo que ellos desean ver y a la vez ellos se reflejan a través de nuestro espejo. Y es que nuestra vida funciona así, y no siempre se refleja lo malo, otras veces mostramos las cualidades, las virtudes, las cosas buenas que otros nos han hecho y lo bueno que hemos entregado.
Los amigos, la familia o esa persona que está a tu lado compartiendo la vida se encargan de hacer que tu reflejo sea de la forma que siente tu alma, de trasmitir las sensaciones que hacen de tu corazón el órgano mas vivo de todo tu cuerpo, Uno se convierte en un espejo cuando refleja una caricia, un abrazo, aquella palabra de apoyo, de ánimo, aquel afecto que nos hace sentir que por dentro nunca cambiamos y que somos los mismos jóvenes necesitados de dar y recibir afecto.
Cuantas veces no hemos oído decir a las personas que aún se sienten jóvenes por dentro aunque su cuerpo ya no les permita moverse como lo hubieran hecho años atrás? Quien no guarda en su mente una imagen tan diferente que cuando se ve al espejo no puede reconocerse en su reflejo?
Y es que el cuerpo sufre su ciclo evolutivo sin detenerse, pero por dentro con el paso de los años nos vamos convirtiendo en un reflejo que acumula experiencias y que según haya sido ese aprendizaje, según hayamos encontrado en nuestro camino personas y “quereres” que nos hayan llenado de alegrías, nuestra imagen reflejará lo que somos y lo que nos hemos convertido.
¿Quieres ver la imagen de tu alma? Mira al mundo y ahí la verás. Porque el mundo es un espejo que nos devuelve el verdadero reflejo de nuestra alma. En el mundo proyectamos lo que somos, lo que sentimos, lo que queremos. El mundo, nos guste o no, es nuestro propio yo, una imagen que no se ve, pero que se siente
Somos el rostro de nuestra vida y el reflejo de las acciones que hemos recibido de los demás. Se que he cometido errores y que ellos quedaran marcados en mi rostro interno, pero también se que he realizado buenas acciones, que la amistad es algo importante para mi, que la familia está por encima de todo y sobre todo, yo me siento bien como soy, porque se que las personas pueden contar conmigo.
Somos lo que reflejamos y lo que los demás quieren ver en nosotros, somos lo que ellos desean ver y a la vez ellos se reflejan a través de nuestro espejo. Y es que nuestra vida funciona así, y no siempre se refleja lo malo, otras veces mostramos las cualidades, las virtudes, las cosas buenas que otros nos han hecho y lo bueno que hemos entregado.
Los amigos, la familia o esa persona que está a tu lado compartiendo la vida se encargan de hacer que tu reflejo sea de la forma que siente tu alma, de trasmitir las sensaciones que hacen de tu corazón el órgano mas vivo de todo tu cuerpo, Uno se convierte en un espejo cuando refleja una caricia, un abrazo, aquella palabra de apoyo, de ánimo, aquel afecto que nos hace sentir que por dentro nunca cambiamos y que somos los mismos jóvenes necesitados de dar y recibir afecto.
Cuantas veces no hemos oído decir a las personas que aún se sienten jóvenes por dentro aunque su cuerpo ya no les permita moverse como lo hubieran hecho años atrás? Quien no guarda en su mente una imagen tan diferente que cuando se ve al espejo no puede reconocerse en su reflejo?
Y es que el cuerpo sufre su ciclo evolutivo sin detenerse, pero por dentro con el paso de los años nos vamos convirtiendo en un reflejo que acumula experiencias y que según haya sido ese aprendizaje, según hayamos encontrado en nuestro camino personas y “quereres” que nos hayan llenado de alegrías, nuestra imagen reflejará lo que somos y lo que nos hemos convertido.
¿Quieres ver la imagen de tu alma? Mira al mundo y ahí la verás. Porque el mundo es un espejo que nos devuelve el verdadero reflejo de nuestra alma. En el mundo proyectamos lo que somos, lo que sentimos, lo que queremos. El mundo, nos guste o no, es nuestro propio yo, una imagen que no se ve, pero que se siente
Somos el rostro de nuestra vida y el reflejo de las acciones que hemos recibido de los demás. Se que he cometido errores y que ellos quedaran marcados en mi rostro interno, pero también se que he realizado buenas acciones, que la amistad es algo importante para mi, que la familia está por encima de todo y sobre todo, yo me siento bien como soy, porque se que las personas pueden contar conmigo.
Los espejos los usamos para vernos el rostro, los amigos para vernos el alma
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Para los que solo fui sombra..para aquellos que deje huella...escribiré siempre que pueda todo lo que mis divagaciones me hagan sentir...