Todos alguna vez en la vida caemos en un tipo de relación que en apariencia funciona perfectamente pero que al pasar el tiempo se transforma en agresividad. Se acaba el amor..?
Esa chispa que lo cegaba todo al principio y que convertía en un cuento de hadas la versión melodramática del amor de Frankestein con su novia Chucky, se apaga. Es ese tipo de relación en que todo va bien por un año..quizás dos y luego la luna de miel se convierte en hiel; todo el amor y las palabras bonitas se van por el retrete del desprecio mutuo.
Lo mas recomendable en esos casos en que uno o ambos se han dejado de querer y de respetar es separarse y seguir cada quien su camino, pero muchos no lo hacen por miedo a estar solos o por comodidad para no empezar de nuevo. En vez de pensar concienzudamente en este punto, me incluyo también porque lo he vivido, tratamos de aferrarnos a ese amor que ya no nos quiere, porque la sociedad impone que se deba vivir en pareja, porque tu reloj interno te canta a cada momento que se te esta pasando el tiempo y no será fácil encontrar otra pareja o porque queremos ser dependientes de una persona que nos diga lo que debemos hacer, que comer, como vestirnos…
El vértigo de romper una relación que no te hace feliz duele pero dura poco tiempo, y luego descubres que estas sola pero bien…Es difícil tomar esta decisión, seguir ese camino, pero igual que el salmón que lleva sentido contrario, lo que hay que hacer es soltarse de la mano y continuar. Es preferible ser un salmón que vivir años de tortura emocional. Es mejor seguir por el camino contrario que caminar juntos diciendo te amo hoy te odio mañana…te extraño a mi lado pero te prefiero lejos…es doloroso querer hablar con alguien que te cierra las puertas en las narices cuando tienes tantas cosas que decir..
No quiero decir con esto que tengo la razón y los demás no, cada quien debe actuar y vivir sus propias experiencias y vivir en carne propia sus errores, no tengo las respuestas para todo, pero si creo que antes de comenzar a hacerse daño es mejor tomar aire, darse un impulso y decir adiós… Claro, siempre es fácil decirlo, no hacerlo.