4/7/09

MALINA_BRUJA.gif image by malinamaniac

Este es un cuento que no tiene nada que ver con la realidad…podría ser parte de algún borrador no editado sobre Camelot, o podría ser la primera versión de la historia de Ginebra y Lancelot que fuera ocultada por la censura de la época y nunca sacada a la luz...quizás...puede ser. Lo cierto es que existía una mujer enamorada de su Rey al cual había jurado ser su esposa y serle fiel por encima de todas las cosas…

Y he aquí, que como cuenta la historia, que mientras el Rey se hallaba salvando a su reino de los invasores y recorría territorios lejanos, la reina se fue sintiendo sola y alejada de los favores de su amado esposo que cada vez llegaba mas cansado y malhumorado...Ella pensó que ya no era parte de su vida y en medio de su soledad encontró entre los caballeros de la corte, un apuesto caballero que la miraba y le dedicaba horas de conversación convirtiéndose en un amigo que le contaba por las noches historias de otros lugares, de sus viajes, de su vida y ella a su vez le contaba de sus ideas, de sus escritos... y fue asi que no pasó mucho tiempo en que surgiera un sentimiento entre los dos…

El Rey no tardó en darse cuenta y enfurecido por la traición, emprendió una campaña de destrucción contra los dos. Pero no la quería lejos, hubiera sido fácil para él ordenar su muerte inmediatamente, pero quería que sufriera, quería que ella pagara y que el caballero viera que la mujer a la cual le dedicaba sus canciones, no era tan buena como aparentaba.

Y es aquí donde la historia no cuenta lo que sucedió en realidad…porque lo que nadie supo nunca es que dentro de esa vestimenta de reina existía en realidad la mas siniestra de las brujas…una cuya toda su vida había transcurrido feliz en un lugar azul, mágico…y mientras se había encontrado ahí su magia blanquecina solo podía competir con la luna…pero el Rey sabía que en sus vidas anteriores había sido una malvada bruja y en sus adentros aun existía maldad.

El sabía de lo que ella había sido capaz de hacer en su pasado…que siendo bruja era capaz de transformar en esclavo al mas bravo guerrero con sólo mirarlo a los ojos, se decía que con sólo tocarla se le helaba a uno la sangre en las venas y hasta que hervía a la gente en aceite para comerse su corazón.

Por eso, esa noche, el Rey cruzó las puertas del castillo y se acercó al río, notó que el cielo empezaba a oscurecer. Las nubes opacas y densas parecían ancladas al pie de la montaña. Clamó un grito en el cielo, ese mismo que muchas noches anteriores le contaban de su amor…pidió una razón que lo hiciera desistir de lo que iba a hacer...pero la luna le volteó la cara...el viento le amenazó con caer con furia si continuaba, las hojas en los árboles empezaron a caer de sus ramas como lágrimas y la noche recogió sus estrellas para que sus pequeñas no vieran lo macabro de sus planes

Verdaderamente había un frío sobrenatural y el Rey por un momento se replanteó su empresa, pero resistió y siguió avanzando en el medio de la espesa vegetación hasta llegar al claro donde se realizaban los mas poderosos hechizos.

De vez en cuando, el aleteo de un murciélago lo traía a la realidad pero ya los celos habían comido toda la claridad en su alma…Por unos minutos se arrodilló y levantando sus brazos proclamo el conjuro que fue entregado por su padre, el cual lo recibió de su abuelo y así a través de muchas generaciones...era un secreto que solo su descendencia podía conocer y el cual nunca se supo…Se levantó y como si fuera un muerto en vida regresó al castillo.

La mañana siguiente la reina despertó sintiendo que la espalda le molestaba y vio horrorizada lo que el reflejo del espejo le mostraba…Allí estaba, encorvada, vestida de negro, con las manos alargadas y huesudas terminadas en largas uñas que parecían garras, los ojos pequeños, la nariz ganchuda, el mentón prominente y la actitud que encarnaba el espanto. Era la típica bruja de cuento, tal y como había sido antes de su vida en el otro lado de la luna…donde todo era azul…era de nuevo esa bruja de historias de terror que cuentan en la infancia para dormir y que terminan desvelando…

Inmediatamente fue llevada y mostrada tal cual era ante la mirada dudosa del asombrado caballero…esa no podía ser la misma mujer que el había conocido, pensaba el aturdido joven... pero la reina , ahora convertida en bruja, al querer explicarle lo sucedido solo podía emitir chillidos de cuervo con lo cual el enamorado huyó despavorido…

Acto seguido, la reina, huyo para esconderse de todo aquel que la había conocido en un lúgubre lugar en las mazmorras del castillo, apartada de la corte y adonde solo acudía de vez en cuando el Rey para cerciorarse que no hubiera huido o muerto…Nunca mas la vieron caminando por los pasillos del castillo, y su peor castigo no fue ser fea sino jamás volver a ver a quien le había entregado su corazón y sus palabras de amor sin pedir nada a cambio…Ella prefirió no dar la cara porque sufría sabiéndose falta en su promesa…ella debió ser siempre una reina, debió mantenerse en su lugar a pesar de sus sentimientos de abandono…había prometido ser fiel a su Rey y su traición debía tener castigo, pero el castigo debía ser solo para ella…. Pronto todo el mundo terminaría olvidándola o peor...los escribanos cambiarían su historia y dirían que por su voluntad se refugio en un convento para expiar su pecado.

El Rey siguió en su castillo, a pesar de que nunca ella volvió a su lado se conformó con saberla cerca y hasta la muerte dudo si lo que hizo estuvo mal o bien, pero se tranquilizaba sabiéndola de nadie mas y el caballero al final se dio cuenta que el Rey tenía razón y hasta llegó a agradecerle el haberlo salvado de la malvada bruja…y en la corte todo el mundo siguió sus fiestas y sus bailes, porque todo era posible en ese lugar del que todos creen solo fue un cuento ...que como lo sé? porque yo fui parte de esta historia.

1 comentario:

  1. Vaya historia, yo creo que ambas fuimos parte de ella y por eso coincidimos en esta vida.

    Un abrazo

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Para los que solo fui sombra..para aquellos que deje huella...escribiré siempre que pueda todo lo que mis divagaciones me hagan sentir...