Desde el lugar
mas bello del mundo en donde cohabitan mas de dos millones de dioses a la vez, surge
la historia de un joven que buscando la verdad sobre Dios terminó encontrándolo cara a
cara…es una historia fantástica que nos muestra las dos caras de una moneda,
una verdad o una mentira? Una visión maquillada de una cruel realidad?
Para algunos es
un fraude porque al principio promete poco menos que la demostración de que Dios
existe y luego se limita a decir que es una ficción, por lo tanto es tramposa.
Pero el director define su obra como “una fábula sobre la fe”, y como en toda
fábula, hay una historia, un viaje, un conflicto y una moraleja, pero la película
no dice nada…ni niega, porque la verdad no es la que está delante de los ojos..
Ganadora de 4
Oscar de La Academia como mejor Director, mejor efectos visuales, mejor sonido, mejor director
de fotografía. La vida de Pi' es una obra de arte, quizás la primera gran obra
de arte filmada en 3D con las tecnologías más avanzadas de imágenes generadas
por ordenador. Incluso sus mayores detractores reconocen la arrolladora
potencia visual de esta «fábula sobre la fe», tal y como la ha definido su
director, Ang Lee, que ha vuelto a ganar un Oscar como director como ya hiciera
con 'Brokeback Mountain'.
El protagonista
comienza contando su historia desde niño. Pi, educado en las creencias
hinduistas, se muestra como un pequeño inquieto por la religión y la
espiritualidad. Su curiosidad le llevará a descubrir otras religiones, entre
ellas la cristiana.
Pi de hecho
“conoce a Cristo, el Dios que manda a su hijo a salvar a gente normal” –cuenta
Pi, citando a continuación Juan 3:16–. “Me gustaba el Hijo de Dios”, dice Pi,
Aunque no entiende “¿qué clase de amor sacrifica a un inocente?”.
Su camino sigue
adelante y luego abrazará el islam, para finalmente mostrarse como un creyente
bastante curioso, con tres religiones a la vez. Más que sincretismo, la idea
que potencia Pi es que la existencia de Dios se ha manifestado en diferentes
formas y culturas. Para él no es un problema llamar al Dios cristiano Brahma
porque entiende la religión como “una casa con muchas habitaciones”.
La película se
desarrolla, en gran parte, en un escenario único: una barca perdida en medio
del océano. Así queda Pi tras un naufragio en el que es el único
superviviente... junto a un peligroso tigre con el que tendrá que compartir
espacio y vivencia.
“El barco que se
hunde –dice Martel– es para mí, símbolo de los accidentes que ocurren en la
vida, inexplicablemente”. José de Segovia explica que “el adolescente tiene que
pasar 227 días con este tigre. El relato se convierte así en toda una parábola
sobre la supervivencia, la aceptación y la adaptación, pero también en una
prueba para la realidad de su fe”.
No hay aquí una
visión idílica de la Creación. Si esto fuera una película de Disney, el chico
se haría amigo del tigre, pero este es un animal de 250 kilos con dientes
afilados como cuchillas, que se hace dueño y señor del bote. “La naturaleza no
es sentimental –dice Lee–, el sentimiento es algo humano”.
LA RELIGIÓN COMO
MEDICINA
Es en este
momento de la película en el que se plantean los mayores simbolismos con
respecto a la forma en la que las personas afrontan su existencia. El
protagonista grita, ora, espera y aprende en una experiencia que le marcará
profundamente. En este sentido, se presenta la religión como fuerza motriz o
“medicina” para acompañar en los momentos difíciles.
Pero no es este
el mensaje principal. Al llegar al final del relato se plantea una pregunta al
espectador. Dice Lee que esta historia trata sobre “el salto de la fe”, un
salto que el director, a través de su relato, relaciona con dos aspectos: la
percepción humana y la cultura, ignorando una clave: la revelación.
José de Segovia
se pregunta “¿qué fe es esta? Para la mayor parte de la gente, lo mismo da una
religión que otra, ya que se supone que, en el fondo, todas vienen a decir lo
mismo”. Ese parece ser uno de los mensajes más reforzados del filme. No importa
lo que creas, lo maravilloso es “creer en algo” porque te ayudará a ver y
afrontar tu existencia con paz interior.
La vida de Pi es
un viaje espiritual
Dice José de
Segovia, periodista y teólogo: "Queremos saber cuál es la historia
auténtica. Pi dice que tenemos que elegirla nosotros, pero hay que escoger. No
todas las religiones son iguales. Si tienen puntos de vista, no sólo
diferentes, sino opuestos sobre Dios, el mundo, el mal, la muerte, la justicia,
la salvación, ¿cómo podemos decir que son lo mismo?."
“El problema –
señala José de Segovia - es que poco tiene que ver Brahma con el Padre de
Jesucristo, el Nirvana del hinduismo con el paraíso de Mahoma, el panteísmo con
el monoteísmo, o la salvación cristiana con el camino del budismo”.
No es extraño que
nos guste la idea “de que todas las religiones llevan a Dios, pero ¿cómo puede
ser igual un Dios que manda la guerra santa que Aquel que muere en nuestro
lugar? Hay aquí un problema lógico: ¿cómo puede ser que todos los caminos vayan
al mismo sitio? O ¿es que decimos que todas las religiones son iguales, para no
tener que molestarnos en profundizar en ninguna?”.
Ese vacío
intelectual es al que parece querer agarrarse la sociedad al hablar de
religión. “Muchos, por lo tanto, pretenden no creer en ninguna religión en
particular, para que tomando lo que les parece mejor de cada una, formen su
propio credo personal. Lo que está muy de acuerdo con esta época de relativismo
y sincretismo, donde no hay blanco ni negro. Todo depende. La única virtud es la
tolerancia”, analiza el teólogo.
Es por eso que la
lección de la fábula, aunque bonita, no deja de ser simplista y vacua. “Como al
final de este relato, lo que queremos saber es cuál es la historia auténtica.
Pi dice que tenemos que elegirla nosotros, pero hay que escoger. No todas las religiones
son iguales. Si tienen puntos de vista, no sólo diferentes, sino opuestos sobre
Dios, el mundo, el mal, la muerte, la justicia, la salvación, ¿cómo podemos
decir que son lo mismo?”, se pregunta el José de Segovia.
El critico de
cine de El País Javier Ocaña expresaba una sensación similar ante la “moraleja”
de la película, que considera con un tono “de autoayuda ligera, de
trascendencia new age previamente mascada”.
“Necesitamos
conocer la verdad”, expresa finalmente De Segovia. “Cuando andamos como ciegos,
al borde del precipicio, no hay mayor cinismo que decir: no importa el camino
por el que vayas”. Por eso considera que hoy muchos quieren hacerse “un dios a
su imagen y semejanza”, sin darse cuenta que “ninguna religión, en ese sentido,
como esfuerzo humano, nos puede llevar a Dios. Si Él no toma la iniciativa, no
podemos saber nada de Él”.
Es por eso que el
cristianismo reclama un aspecto clave y diferencial. “Dios ha hablado” y ya “no
es la historia de los hombres buscando a Dios, sino de Dios buscando a los
hombres. No podemos llegar a Dios, pero Él puede llegar a nosotros, porque
Jesús no muestra la verdad, como Buda, apuntando al Camino, sino que Él mismo
dice ser el Camino, la Verdad y la Vida”.