Todo
comenzó un buen día de mes de octubre, en un viernes nublado a veces, y otras
con soleado calor, cuando el verano empezaba a retirar su manto y de vez en
cuando las traviesas ninfas se asomaban y variaban el clima con ratos lluviosos
y otros de cierto calor, ya en vísperas de un invierno que se asomaba con
fuertes heladas y un cielo que empezaba a escurrir su tristeza ante la llegada
de las tormentas de los tiempos que corrían…
Y
tengo que ser clara en este relato, al decir que si los escribo es para poder
en el futuro recordar la ilusión y el amor que me une a cada uno de los
lugares…En fin, que aún no estoy preparada para encontrar el exacto lugar donde
conseguir cambiar y transformar este espíritu viajero y desterrar mis
pensamientos en el espacio y tiempo de los lugares que ocupas y de los cuales
invocamos conocer…
¿Acaso
en el siglo XIV o en el XXIII nos volveremos a ver? ¿Volverá todo de nuevo a
tener la gloria, el esplendor, y sinigual belleza de nuestras tardes por estas
vivencias de peculiar belleza entre casas, palacios y estrechas callejuelas?
Todo
podría comenzar de nuevo, la brisa soplando suave, tibia en otro mes de
octubre…todo de nuevo como magia y ese viento de siempre como en un eco,
murmurando palabras algo imperceptibles en otras épocas que ahora aún no
conocemos ni nada podemos imaginar…solamente esperar que ocurran de nuevo.
Prometamos aquello que nos mande la esperanza, sin pensar en el dolor de no poder cumplir.
ResponderEliminarBesos.
Qué emotividad hay en tus palabras, en ella veo tanto amor que haces que traspase la pantalla.
ResponderEliminarOjalá sea en el siglo que sea vuelvan a estar esas dos almas en unión. Un besote.
Se hacen promesas con el deseo de cumplirlas, como de reencuentro.
ResponderEliminarMe gusta lo de las ninfas traviesas.
Es un placer leerte. Besos.
Tal vez.... el tiempo es una ilusión.
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