Soy inocente, señor Juez, se lo aseguro
es mi voz que abandera mi alegato
manifestando con determinada decisión
que no fui culpable de lo provocado,
fue quizás mi inocente condición
precursora de lo que ahora le relato
Cándida y temerosa me encontraba
viviendo entre animales muy hambrientos
que buscaban profanarme con sus garras
mientras yo, para calmar mi aburrimiento,
me ocultaba por momentos a jugar
con lo que mis piernas tenían muy adentro…
Cierto día cabalgando sobre el viento
apareció con su fina estampa un caballero
que, aprovechose de verme en desventaja
desmontó, espada en mano cual torero
cortando rabo, orejas y hasta mi pequeña flor,
prometiendo al oído que su amor era sincero.
Muchas lunas han pasado sobre el granero
y ahora viene como si nada por otro bocado??
Señor Juez, digale que mi carne es de primera
y atestigue que usted también lo ha disfrutado
que prefiero sentirme hembra con cualquiera
antes que volver a sentir el corazón enamorado.
Esos que regresan tarde, podían permanecer en el pasado y no remover arenas.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Muy efectivo alegato.
ResponderEliminarO ella no era realmente mala. O era muy mala y sabía como hacerlo.
Besos.
Diablos, ese caballero dejó su pesada armadura en sus pensamientos.... yo volvería a por ella una y mil veces
ResponderEliminar