Joaquín vive lamentándose de patrullar cada noche las calles silbato al cuello y un manojo de llaves que abre las puertas de señores indispuestos etílicamente…Él, que no bebe ni una gota de aguardiente,
se tiene que aspirar el alcohol de gargantas ajenas…. Daría lo que fuera por tener
otro trabajo que le permitiera estar lejos de estas calles tan frías…
- Ten cuidado con lo que deseas a
medianoche - le dijo una mujer de aspecto gitano, mientras doblaba la esquina.
De pronto una trompilla de caballos
que transitaba por los pantanos pisoteó el barro y lo hizo trastabillar...
- Francisco,
que te sucede? Hoy andas distraído….sujeta bien ese bidón de alcohol o
terminaras en el fango con todo y escalera.
Joaquín voltea para ver si hay
alguien en su espalda llamado Francisco y solamente ve extensos pantanos,
potreros, basurales y calles convertidas en lagunas debido
a la lluvia que cae…a lo lejos, una mujer trata de entrar en su vivienda
ayudada por rueda rota de una carreta que le sirve de embarcación…Aunque aturdido por
lo que está sucediendo, Joaquín se siente parte del nuevo escenario y en su mente, aparece la imagen de una familia esperando en casa y que casi nunca ve porque
debe trabajar todas las noches de la semana…pero él no es casado, ni tiene
hijos con nadie y sin embargo, al introducir su mano en un bolsillo encuentra
una documentación con su rostro y un nombre: Francisco Candelli, empleado de la
República con el cargo de Farolero…
Asustado lanza el documento y se
lamenta de sus palabras…Al fin de cuentas no era tan malo cuidar las casas de su vecindario, ni cantar la hora cada cuartos...Va a extrañar las suplicas de
los enamorados para que no encendiera algunas farolas...
- Es la hora de apagar las farolas –
le dijo sonriendo la gitana desde la esquina y desapareció...
Joaquín sigue pensando que todo fue un sueño pero ya no se lamenta. Cada vez que llega la medianoche mira hacia la esquina y suspirando prosigue su camino
- ... las doce de la noche y todo sereno….
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Esta semana, bajo la convocatoria de Dorotea, nos vestimos de antaño y nos vamos de paseo por esos rincones olvidados de la memoria para rendir homenaje a esos oficios ya desaparecidos y que formaron parte importante de nuestra infancia vivida o a través de cuentos…
Hola amiga: No sabes como recuerdo al sereno. En verano pasava por debajo de mi ventana, y con una voz muy grave, digna de un barítono de renombre, cantaba: Aaaalabado sea Diós!!! las dos en punto de la madugadaaaaa!!! Nubladooooo!!! pequeña como era, me daba mucho pavor. Lo has explicado muy bién,amiga
ResponderEliminarUn recuerdo de cuando no era todo automático. Y muy bien unido la gitana a la misteriosa oscuridad que se respiraba en esos tiempos.
ResponderEliminarUn saludo.
Precioso el carné. Y el relato también, claro. Imagino, leyéndote, esas ganas de cambiar de profesión y ese momento mágico en que lo consigo.
ResponderEliminarBesos.
El relato nos acerca un trocito de realidad pasada, no menos verídica por inventada. Me ha gustado mucho. Un abrazo
ResponderEliminarMuy curioso incluso el documento que aportas. Seguro que todas las farolas se encendían a su hora, no como ahora con tanta modernidad hay días que no se encienden y otros días que no se apagan.
ResponderEliminarBuenas tardes, Divagaciones:
ResponderEliminarEnhorabuena por tu relato. Me quedo sopesando los pros y contras que conllevaría el que viviera más mi realidad y me desviviera menos por los deseos.
Un abrazo, Divagaciones.
Un excelente relato que recrea bien el oficio de sereno ( en el que hemos coincidido) y a la vez tiene ese aire misterioso que tan bien has creado con esa especie de visión catastrofista. Genial la aportación del carné de farolero.
ResponderEliminarUn beso
Me ha gustado la fluidez con la que has mezclado dos oficios ya desaparecidos en un mismo personaje. Esos dos oficios eran de una enorme utilidad pública y muy apreciados por los vecinos a los que prestaban servicio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fíjate que la profesión de sereno es una que me gustaría que todavía existiese. No sé. Es como que me transmite seguridad, paz... Será romanticismo o yo qué sé... pero me gusta.
ResponderEliminarLos únicos faroleros que veo ahora son los des ayuntamiento cuando cambian las bombillas, aunque, en mi tierra, farolero es otra cosa también... Y de esos, hay en todas partes y a todas horas.
Me ha encantado esta mezcla de dos... Y lo has hecho tan bien que me he visto por ahí metida.
Un beso muy grande.
Dos oficios, conocia el de sereno pero no el de farolero. Una mezcla de realidad y de fantasia, misterio e intriga. Porque Joaquin realmente era Francisco o Francisco era Joaquim? Muy bueno, besos.
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