Esta carta sería para ti si aún, algunas noches, soñaras con mis abrazos, como yo sueño en los tuyos. Si ocuparas tu tiempo en mirarme a los ojos como antes hacías, en escuchar y hablar así, despacio, como si con hablar alargásemos el tiempo.

Esta carta sería para ti si ese orgullo insano saliera de tu boca y me tomaras de la mano, y me acariciaras... y volvieras.

Esta carta sería para ti si en este calor sofocante mi recuerdo pudiera refrescar tu cuerpo, y sonrieras, como hiciste, y tus mejillas se elevaran, y retomaras la conversación meses antes de que la acabaras.

Esta carta sería para ti si al escribir lo hicieras recordando las tardes, las noches eternas sin minutos que pasamos juntos.

Esta carta sería para ti si aún dentro de ti respiraran mis besos, aletearan palabras, corretearan caricias que no sé si volverán....

Pero no. Esta carta no es para ti, ni mis besos, ni mis labios. Y aunque a veces una lágrima salada moje mi pecho en tu ausencia, y aunque existes, y te siento, y hablo de ti, y palpito contigo, estás tan lejos, estoy tan lejos...

Ni la escribí ni leí, ni guardé, ni envié. Quedó aquí... y... ojalá todo cambiara, pero no es para ti.