Todos los días esperaban el anuncio que les permitía salir al patio. Las personas del recinto encargados de cuidarlos se extrañaban de ver como se querían. Caminaban de la mano como si nada más existiera en el mundo, como si fueran los únicos seres de un planeta recién formado…
Se querían, se les notaba en las manos, en los gestos, en sus maneras tan propias que a pesar que muchos no estaban de acuerdo no podían lograr separarlos. Y es que bastaba ver esa forma que tenían de mirarse tan propia, tan de ellos, algunas personas bajaban la vista para no inmiscuirse en su ritual de amor cuando sus cuerpos andaban buscando encontrarse. Ellos tenían un lenguaje especial para comunicarse, casi no hablaban pero se decían todo con la mirada, pasaban horas y horas platicando sin decirse nada y aunque nunca se decían palabras dulces ni tiernas, no era necesario
Ella sabía que no tenían nada que ocultar, sabía que aunque de la garganta de él no saliera un “Te Amo”, siempre le estaba diciendo que la amaba, bastaba ver su mirada cuando ella aparecía. Se querían, eso nadie lo dudaba, de veras que se querían y se les veía como un par de niños cuando estaban juntos, hubieran podido estar en cualquier otra parte y seguir de la misma manera. Para ellos no importaba si hacía un sofocante calor o el mas frío de los inviernos, ni el ruido, ni la gente que entraba en el lugar y escandalosamente profería reclamos, regaños y hasta carcajadas desencajadas.
Se veían tan jóvenes, tan inocentes, llenos de un amor que no es posible traducir en palabras, un amor para el que no existen palabras y aún así, estaban solos, abandonados, tan lejos del mundo que construyeron durante tantos años, pero en este lugar encontraron su paraíso y no les hacía falta nada…ellos eran felices en este lugar.
Un día ella no apareció y el la esperó como siempre sentado en medio del patio en medio del frío. Preguntó a todos y nadie se atrevía a decirle que agonizaba… al fin la enfermedad terminal que padecía se la llevaba en contra de su voluntad. Ël, pudo llegar a verla momentos antes de partir y aunque no podía hablar su mano le prometió estar siempre a su lado. Al día siguiente, el patio se veía solitario, nunca entendimos, o era tal vez que no queríamos entender, que hay amores que desde la tierra buscan la vida eterna. Nada se pudo hacer. Ella murió a medianoche y él la siguió a las diez y todos en el hospital seguimos extrañándolos en el patio
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Para los que solo fui sombra..para aquellos que deje huella...escribiré siempre que pueda todo lo que mis divagaciones me hagan sentir...