Mi querido Manuel...

Me imagino que todos tienen una ventana al menos en su cuarto, claro, me imagino que todos tienen un cuarto…lo que quizás no tengan todos es una ventana en el cuarto que dé al jardín…ni un árbol que roce sus ramas en la ventana cada mañana con la brisa...y claro, así dicho es obvio que tampoco tengan pajaritos que canten al despertar…

Pero yo si…justo al lado derecho de mi cama se encuentra una ventana que casi tapa un árbol, pero digo casi porque no hablo de un árbol frondoso sino uno de ramas delgadas y poco follaje, pero lo cierto es que se ve de lujo así. A veces, este noble inquilino alberga entre sus brazos a una cantidad variada de pajaritos que enamorados construyen sus casas en el y en agradecimiento pían sus alegres canciones.

Debe ser por esta razón que yo me levanto siempre antes que suene el despertador, claro...porque tengo un concierto solo para mi, un concierto inigualable que producen cada mañana los inquilinos y las chicharras que en época de lluvia cantan alegres sus tonadas, mientras invitan a quienes los escuchan a perderse en el amor…pero vamos, que esto solo ha sido una especie de introducción para lo que tengo que contar.

Esta historia no tiene que ver con la ventana o con el árbol, o quizás si? Quizás sea que todo es un conjunto de circunstancias que me llevó una tarde de lluvia a desarrollar esta especial relación amorosa  entre Manuel y yo, y todo comenzó asi…

Resulta que hace unos días, ya sea impulsado por el viento o por alguna otra causa natural, el nido que estaba mas cerca a mi ventana terminó en el piso de mi habitación con uno de sus pequeños ocupantes…Durante horas, sin resultado positivo alguno, le hice una camita con pañuelos de papel y lo puse sobre mi ventana esperando que los padres llegaran a buscarlo…pero nadie se acerco. Ahí solo estaba yo con un bebe recién nacido...ya sé, era un pichón pero bebe al fin. En mi cabeza solo pensaba…Como es posible que ningún pájaro se hubiera acercado a reclamar el bebe? Que padres desnaturalizados se van dejando atrás un hijo a merced del destino?

Estaba indignada contra la naturaleza, yo no era un pájaro pero decidí cuidar de este bebe y para ello recurrí a lo que mejor se hacer…mirar el Google. Ahí busque información y encontré que a los pichones había que darles cereal de esos que toman los bebes en los biberones, pero con agua..NO LECHE (esto lo pongo en grande por si alguna vez alguien le suceda lo mismo. Como todo bebe triste por la ausencia de su madre hay que forzarles a comer, abrirles el pico con cuidado y con una jeringa pequeña darles poquita dosis cuidado no se les tapen sus agujeritos de respirar... Manuelito, que así lo llamé enseguida porque me recordaba el personaje de Mafalda con sus pelos parados, en seguida se dio cuenta de que lo que quería era alimentarlo y después de 2 o-3 veces abría el pico como un condenado.

Los primeros días lo metí en una jaula tapada por arriba y por los lados, porque leí que esto les aliviaba el estrés del abandono, y otras le dejaba entrar la luz para estimular su apetito y así empezar de nuevo la rutina de comer cada 3 o 4 horas.. A los pocos días ya podía dejar suelto por la habitación pero sus alas no eran muy fuertes…como se divertía el chiquillo cada vez que salía de la jaula, y que cara me puso ese día que dando su primer recorrido aéreo por el cuarto chocó con el espejo pensando que era una ventana. Y es que Manolito no sabía de espejos, ni de paredes cuadradas, la verdad no sabía de nada y por eso me preocupaba el hecho de que pronto debería dejarlo salir...que sería de el cuando estuviera a merced de los animales que habían afuera? Como podría protegerlo lejos de aquí..

Han pasado varias semanas y no he sabido mas de él…un día abrí la ventana y se marchó, como cada hijo que se aleja de casa para empezar una nueva vida…quisiera pensar que es alguno de los nuevos inquilinos que habitan el árbol en mi ventana y que quizás ahora tiene pareja y vive feliz…