Brujo,
con tu embrujo de hechicero me trajiste la hermosura de una creciente nueva
luna a cambio de tres deseos…
…Que
nunca me vaya a dormir como lola, que se va, sin ser besada, a dormir cada noche
sola mientras una lágrima salada con sabor a mermelada de ternura, moja el
suelo de su alcoba donde un espejo le roba la hermosura…
…Que
de mis mejillas no se aparte aquel rubor infantil cuando un “peazo” de beso estampado sobre mis labios resulte de un
trueque necesario a cambio de una sonrisa y me sorprenda muy aprisa sin saber
ni que decir…
Y por
tercero y no menos importante, que aunque la fuerza del destino me tape el
brillo de las estrellas, siga girando como remolino desprendiendo por diferentes
caminos el resto de mi inocencia en cada
una de mis vueltas…
Y yo
acepté su obsequio mirándolo a los ojazos, traía la luna prendida y apretada
entre sus brazos “….Aquí traigo de mi
viaje la promesa de algo mágico…” no lo
dejé terminar, tan solo pude sellar con un beso nuestro pacto
Ese hombre era... un genio. O quizás la que lo era eras tú.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hay un sello que pueda superar la rúbrica de un beso. ¡Precioso!
ResponderEliminarOjalá sea como deseas.
ResponderEliminarEscribes muy bien.
Saludos.